
Una vez superado el primer remonte pasamos por el comunero y las buitreras de Arauzo de Miel hasta llegar a las Tenadas. Cruzamos la carretera de Doña Santos por El Pinar y entramos en el pueblo por la serrería.
El bar de Doña Santos es nuestra primera parada donde nos esperan con la amabilidad y el
buen humor habituales y, como no, con su café que a esas horas es un reconstituyente imprescindible para continuar. Tras reponer fuerzas seguimos ruta. El grupo se amplia con algunos vecinos de Doña Santos que se unen a la marcha. Salimos del pueblo en dirección a Camporredondo y Valdearenas, donde nos encontramos con la señalización del Camino del Cid pero en sentido contrario. Continuamos la senda y nos adentramos en el monte de Serralba. Llegamos a las tenadas de Peñacoba y subimos hasta la pista forestal. Un cruce de caminos nos indica la dirección hacia Hortezuelos (a la izquierda) y hacia Peñacoba (de frente). Justo al llegar al cruce, vemos pasar el coche-escoba de Dori, atenta a cualquier baja que pueda producirse entre los senderistas. La promesa de una bebida helada en el bar de Peñacoba nos anima a continuar, aún sabiendo que dejamos atrás la zona resguardada de bosque para exponernos al sol intenso del mediodía que nos acompañará por la pista hasta alcanzar nuestra siguiente parada.
En algo más de media hora estamos todos sentados en la puerta del bar
de Peñacoba disfrutando de un merecido refresco. El agua de la fuente que vemos justo enfrente es una tentación que muchos no podemos resistir y que ayuda a sofocar los grados de calor acumulados -y a mitigar los que están por venir. Salimos de Peñacoba por La Serna y La Hoz. Según ascendemos por la senda, nos encontramos con la mole impresionante de piedra que forma La Yecla. Por su cara sur, cogemos la senda que utilizaban antiguamente los monjes.

A mitad de camino, nos topamos con un enigmático cúmulo de piedras de unos tres metros de alto y diez de diámetro. Como cada año, compartimos las teorías que cada cual baraja sobre
su orígen mientras nos acercamos para verla más de cerca. Nuestras dudas, tras una década de amenos debates, son aclaradas de un plumazo por un cartel informativo que por fin arroja luz sobre este "misterio". Al parecer, el Moreco del Santo, o Berrocal del Santo, tiene su origen "en la devota costumbre que tenían los caminantes de besar una piedra y arrojarla al lugar en el que se detuvieron los porteadores que transportaban la urna con las reliquias de Santo Domingo en el regreso a su monasterio". Tendremos que buscar un nuevo tema de debate para el año que viene...
¡Ruta superada un año más! Nuestros pies por fin descansan -y se refrescan- con el agua
helada del lavadero mientras nuestra mente se debate entre el recuerdo de las imágenes de paisajes acumuladas a lo largo de la ruta y la visualización de la merecida recompensa que nos espera en el restaurante del Arco de San Juan en forma de buenas viandas y caldos de la zona.

... y para terminar con un guiño al concierto que dió Canteca de Macao en el I Festival Tierra Mestiza en Salas esa misma noche, acabamos la entrada con la promesa de ponernos de nuevo las botas en 2011 antes de prender la lumbre para salir al alba de la mañana a pintar las montañas con nuestros pasos como cascabeles de aguacero, no precisamente para ir al mar, sino de nuevo a Silos, pidiendo que todo lo que aprendamos en el camino no se lo lleve el aire del amanecer.
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